Capítulo 1 “el encuentro con otra vida”
Mi
vida era como la de cualquier otra persona; me levantaba, salía a trabajar,
regresaba a casa y dormía; no había nada en mi vida que fuese increíble. Quizás
y solo quizás lo único relevante eran mis gustos de vivienda y objetos que me
rodeaban.
De
pequeño mis padres me enseñaron la importancia del arte en todo ámbito y aunque
para mi edad actual ya no tiene la misma importancia, de niño yo creía que
aquella casa donde vivía era una verdadera obra de arte. Era lo más parecido a
un castillo victoriano y en su interior mis padres tenían variados cuadros y
esculturas que cuando murieron, todos terminaron en variados museos del país.
Jamás fueron de esas personas acaparadoras de todo, cuando tenían que desprenderse
de algo lo hacían felices.
Yo
aprendí todo esto pero a mi modo. Cuando tuve mi primer trabajo y sueldo fijo
comencé a pensar en vivir en mi propia casa. Tenía pensado un lugar donde tener
algunos cuadros de paisajes y tal vez algunas esculturas, nada muy ostentoso,
que pudiera enseñarle a mi gente.
Al
cabo de dos años cambie de opinión y me compre un piso veinte completo de un
edificio en el centro de la ciudad, ahí monte mi hogar como lo había soñado.
Gracias al cielo mis estudios y trabajo lo permitían. Estaba feliz con todo lo
que había logrado pues me había esforzado toda mi vida para conseguir todo lo
que ahora tenía. Pero luego de un tiempo todo se volvió monotonía y ya no me
era gran cosa tanta belleza. Todo se había convertido en “salir de casa,
trabajar, regresar y dormir”, no había nada más. Era el mejor empleado en casi
todos los meses; Conseguía siempre bonos especiales adicionales a mi sueldo
pero nada de esto me hacía sentir mejor.
Una
noche de 21 de mayo llovía como nunca y yo retornaba a pie a mi departamento,
como había comenzado a hacer hace ya un mes. Ya no conducía mi vehículo porque me había aburrido de esa
comodidad y perderme de todo lo que había en el camino. Había tomado la
decisión de volver a disfrutar el camino y sonreírle a todos los que pasaban a
mi lado. En mi auto solo veía pasar cada cosa de la calle y los paisajes
pasaban rápidamente y no podía apreciar nada y por lo mismo ya no conocía nada
de lo que había cerca ni lejos de mi casa, ya no me interesaba porque tenía un
auto en el cual ir y volver; por eso decidí dejarlo.
Esa
noche conocí a una joven que cambiaría varias cosas de mi vida. Ella seria
quien me llevaría al verdadero cambio.
Salí
de mi trabajo y camine casi diez minutos y ella me detuvo; con una sonrisa muy
hermosa se dirigió a mí:
-Si
sigues caminando bajo la lluvia pronto te resfriaras. Deberías tener un
vehículo o usar el transporte público para retornar a tu hogar.
-¿De verdad te importa si me
resfrió? Yo creo que es más importante disfrutar cada gota que toca tu cuerpo
olvidándose de lo que pueda ocurrir luego.
-Que
sabia percepción tienes. Eres una persona agradable en tu interior. Esperaba
que dijeras algo mas frio y sin sentido. O de hecho algo más centrado con
respecto a tu salud.
-He estado atrapado en una vida
obligada a vivir con sentido en todo, cambiar el rumbo de los pasos jamás fue
mejor idea… perdón gracias.
-De
nada [sonríe]. Así que buscas una nueva vida. Quizá quieras caminar conmigo
mientras retornas a tu casa.
-Si quieres acompañarme no me hago
problemas. Si gustas también te invito a mi morada. Hace mucho que nadie va a
mi hogar y ni hablar de visitas.
|
Ella
solo asintió con la cabeza y caminamos en silencio por casi una hora. Ella me
observaba cada cinco minutos o diez y luego miraba el piso como si no me
hubiese estado mirando. No me molesto en lo más mínimo ya que me era de agrado
saber que después de tanto tiempo alguien visitaba mi departamento. Quizá era
un pensamiento superficial y confiado pero llevaba mucho tiempo solo, aun
cuando me rodeaba a diario de mucha gente.
Cerca
del edificio donde vivía había una especie de parque poblado de frondosos
árboles que impedían el paso de la luz del sol. Además había lindas flores que
hermoseaban el urbano paisaje. Yo lo veía como un trozo de vida entre tanta
muerte tecnológica. En este punto del camino la joven se detuvo mirando su
reloj de muñeca; yo me detuve con ella casi por inercia.
-Mi camino me trae hasta aquí así
que será de momento un -hasta pronto-. Pido disculpas por no ir a tu morada.
-Esperaba
que pudieras conocer mi departamento pero si no hay mas opción supongo que
como dices: es un hasta pronto. Y las disculpas las pido yo por no decir nada
en todo el camino.
-Disculpas no aceptadas, la culpa
es de ambos. Yo también mantuve el silencio pero aun así con tu silencio he
sabido bastante de ti así que te agradezco tu compañía.
|
Me
dejó sin palabras. No me esperaba que pudiera leerme o investigarme sin
siquiera hablarme. Fue algo que aquel día me hizo sentir muy bien. Nos despedimos
y la joven entro en el parque; La observe hasta que se me perdió de vista y
luego retome el camino a mi departamento.
Los
días que siguieron la volví a ver pero a la distancia y cuando intentaba
alcanzarla o hablarle nunca podía porque
se alejaba muy rápido y parecía que no le interesaba verme de nuevo.
Cuando me acercaba a ella me evitaba como si jamás nos hubiéramos conocido. Tal
vez a los ojos de las personas yo parecía un acosador.
Al
ser tan poco amigable y no tener reales amigos, verla a ella me hacía sentir
cómodo y más querido. A veces pensaba que tal vez había sido solo suerte de un
día y ella solo ese día necesitaba compañía, o tal vez yo estaba muy solo y
necesitaba a alguien con quien compartir mi vida.
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