Capítulo 4
“miedo y encierro”
Pasaron
dos semanas desde aquella noche. Nadie vino a mi casa, no había nota o aviso
alguno, no había mensajes de correos electrónicos o mensajes de celular, nada
de eso. Ya veía de donde Caroline tenía la costumbre de desaparecer; todo venia
de Milena.
Mi vida volvía a ser la monotonía de
siempre y sin ellas no había otra cosa que el trabajo y mi apartamento. A veces
pensaba que podría ser mejor ser el acompañante
de Milena, así no estaría tan aburrido de la vida.
Comencé a escribir cada cosa que me
ocurría a modo de diario de vida para ver que era aquello que podía agradarle
de mí o no a Milena. Quería saber porque
me había elegido existiendo tanto joven conocedor de arte y mucho mejor que yo
incluso, que llegan a ser grandes eruditos. ¿Qué era lo que me hacia tan
especial para ella?.
Las dos semanas siguientes tampoco aparecieron y para entonces tenía casi terminado el cuaderno de lo que actualmente era mi vida. También investigue a ciertos grandes conocedores de arte en todos sus aspectos y como todos ellos, teníamos en común el gusto por la soledad de vez en cuando, el gusto por el arte en todas sus expresiones. Pero de entre todo lo que investigue y lo que escribí de mí, nada era indicio de porqué yo. Necesitaba las respuestas.
Las dos semanas siguientes tampoco aparecieron y para entonces tenía casi terminado el cuaderno de lo que actualmente era mi vida. También investigue a ciertos grandes conocedores de arte en todos sus aspectos y como todos ellos, teníamos en común el gusto por la soledad de vez en cuando, el gusto por el arte en todas sus expresiones. Pero de entre todo lo que investigue y lo que escribí de mí, nada era indicio de porqué yo. Necesitaba las respuestas.
Una
noche, cuando eran alrededor de las nueve de la noche, sonó el teléfono del apartamento, era un aviso del conserje:
-Señor, dos jovencitas dicen
conocerlo y desean saber si les permite subir a su piso.
-¿Cómo
son ellas, como se ven George?
-Una de ellas mide aproximadamente
un metro cincuenta, parece que tiene unos veinte años pero su mirada indica
más edad. La otra es un par de centímetros más alta, de buen vestir y tiene
aproximadamente veinticinco años o veintiséis.
-Son
ellas [dije pensando en voz alta], déjelas subir, muchas gracias.
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